Puede ser difícil saber qué consecuencias y estrategias de disciplina funcionarán mejor para su hijo. Cada niño es diferente y las técnicas de disciplina que funcionan para un niño pueden no funcionar para otro.
Aunque puede ser necesario un poco de prueba y error para descubrir qué estrategias de disciplina funcionarán mejor para su hijo, estos cinco factores pueden ayudarlo a reducir las consecuencias más efectivas.
Las características de su hijo
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Imágenes Tetra / Getty Images
Las características de su hijo influyen en cómo responderá a diversas estrategias de disciplina. Las características incluyen personalidad, temperamento, habilidades físicas, talentos, habilidades, fortalezas y debilidades.
Criar a un niño desafiante que se frustra fácilmente requiere diferentes estrategias de disciplina en comparación con un niño tranquilo que está ansioso por complacer.
Además, un niño que es torpe y es objeto de burlas por parte de sus compañeros en la escuela se beneficiará de diferentes intervenciones en comparación con un niño atlético que es popular entre sus compañeros.
Considere qué tipos de reglas, límites y consecuencias se adaptarán mejor a las características únicas de su hijo.
Características de los padres
Considere el ajuste entre sus características y las de su hijo. Tome nota de las similitudes y diferencias entre sus personalidades, temperamento y preferencias.
Esto puede indicar áreas en las que es posible que tenga menos tolerancia a los comportamientos promedio. Por ejemplo, si usted es una persona discreta que prefiere un hogar tranquilo, es posible que tenga dificultades para tener paciencia con un niño hiperactivo y ruidoso.
O, si tiene poca tolerancia a la frustración, puede tener dificultades para ayudar a un niño con una discapacidad de aprendizaje a completar su tarea. Examinar estos factores puede aumentar su conocimiento de los pasos que serán más efectivos para acomodar y disciplinar a su hijo.
Comprender qué áreas usted y su hijo están bien emparejados, así como las áreas que pueden no estar completamente alineadas, puede ayudarlo a diseñar un plan de disciplina efectivo que tenga en cuenta sus dos necesidades.
Cambios en la vida y factores estresantes
Las experiencias de la vida influyen en el comportamiento de un niño. Mudarse a un nuevo hogar, asistir a una nueva escuela o adaptarse a un nuevo bebé en el hogar son ejemplos de factores que influyen en los comportamientos.
Tome nota de los cambios recientes y de cómo esto afecta a su hijo. Por ejemplo, un niño que está luchando por adaptarse a un nuevo bebé en el hogar puede sentirse excluido y no responder bien a un tiempo de espera que lo separa de la familia y lo deja sintiéndose aún más excluido.
O, si su familia se mudó a una nueva ciudad y su hijo usa dispositivos electrónicos para comunicarse con sus antiguos amigos, es posible que no desee quitarle el teléfono por mala conducta. Hablar con sus amigos puede ser una de sus mejores habilidades para afrontar la situación.
Consecuencias de los comportamientos positivos
La consecuencia que recibe un niño por un comportamiento positivo determina la probabilidad de que estos comportamientos vuelvan a ocurrir. Examine cómo responde cuando su hijo sigue las reglas, escucha y se comporta con respeto.
¿Su hijo recibe elogios? ¿Hay recompensas por seguir las reglas? ¿Su hijo obtiene algún privilegio por tomar buenas decisiones?
No dejes que el buen comportamiento pase desapercibido. Elogie a su hijo por tomar buenas decisiones y comportarse bien.
Si su hijo está jugando tranquilamente, felicítelo por hacerlo. Aunque temes que los elogios lo interrumpan, en realidad pueden reforzarlo para que continúe jugando en silencio.
Ofrezca elogios, atención y recompensas que motivarán a su hijo a seguir las reglas. Si descubre que su hijo no está recibiendo suficiente refuerzo positivo para comportarse bien, ajuste su estrategia de disciplina para aumentar la motivación de su hijo para comportarse.
Consecuencias de los comportamientos negativos
A veces, los niños reciben refuerzo por comportamientos negativos, lo que los anima a seguir portándose mal. Por ejemplo, un niño que recibe mucha atención por lloriquear aprende que lloriquear es una forma efectiva de llamar la atención.
La atención negativa puede reforzar mucho. Gritar, discutir o suplicarle a su hijo puede en realidad alentarlo a portarse mal.
Los comportamientos negativos necesitan una consecuencia negativa para disuadirlos de continuar. A veces, ignorar una mala conducta leve es la consecuencia más eficaz
Las consecuencias negativas también deben ser consistentes. Si no es coherente con dar tiempo fuera o quitar un privilegio, su hijo seguirá portándose mal con la esperanza de que esta vez no reciba una consecuencia.
Proporcionar consecuencias consistentes le enseña a su hijo que cada comportamiento negativo da como resultado una consecuencia negativa. Por lo tanto, es importante evaluar las consecuencias que está utilizando actualmente y determinar si es posible que desee implementar otros castigos que podrían ser más efectivos.