La eclampsia es una afección grave del embarazo que puede ser el punto final de un empeoramiento progresivo de la preeclampsia. Sin embargo, algunos pacientes desarrollan eclampsia sin ningún síntoma previo que no sea presión arterial alta.
Si no se trata, la eclampsia puede poner en peligro la vida tanto del padre como del bebé. Aprenda a reconocer los síntomas y las causas de esta afección.
Síntomas
Los síntomas de la preeclampsia a menudo preceden a los de la eclampsia y pueden incluir:
- Proteína en la orina
- Presión arterial elevada (> 140 mmHg sistólica o> 90 mmHg diastólica)
- Dolor abdominal
- Disminución de la producción de orina.
- Signos de “sufrimiento fetal”, es decir, indicios de que el bebé está teniendo problemas
- Hinchazón de las manos, la cara o todo el cuerpo.
Estos síntomas son el trasfondo sobre el que se realiza el diagnóstico de eclampsia, pero no son necesarios para el diagnóstico. En presencia de presión arterial alta, las convulsiones o el coma son los síntomas definitorios de la eclampsia y los únicos necesarios para un diagnóstico de eclampsia. Cualquier embarazada con presión arterial alta que tenga una convulsión que no se pueda atribuir a otra causa puede ser diagnosticada con eclampsia.
¿Qué tan común es la eclampsia?
Aunque la eclampsia es una afección muy grave que puede poner en peligro la vida tanto del padre como del bebé, es relativamente rara en el mundo occidental. Los datos sobre cuántas personas padecen eclampsia sugieren que el problema afecta aproximadamente al 0.08% de los embarazos en los Estados Unidos.
Según los expertos, la mayoría de los casos de eclampsia ocurren muy cerca del parto, generalmente dentro de las 24 horas. Aproximadamente el 50% de las convulsiones eclámpticas ocurren antes de que los pacientes lleguen al hospital, el 30% ocurre durante el trabajo de parto y el parto, y una pequeña cantidad ocurre después del parto.
La eclampsia es más común en personas menores de 20 años o mayores de 35 años. Independientemente de la edad, la eclampsia es más común en personas que nunca antes han dado a luz.
Los datos indican que, si bien los grupos minoritarios parecen tener un mayor riesgo, lo más probable es que esto sea un efecto de factores socioeconómicos, como el acceso a la atención médica, más que un verdadero efecto biológico.