Las relaciones entre los humanos y la inteligencia artificial (IA) a menudo se describen como peligrosas y plagadas de implicaciones éticas.
El concepto de sustituir un compañero robot por un humano puede parecer un síntoma deprimente de la vida moderna aislada y de la ruptura de la comunidad, pero algunos científicos sugieren que no es diferente a tener una mascota o un muñeco de niño.
Las personas al borde del aislamiento social podrían utilizar la tecnología de inteligencia artificial para ayudar a perfeccionar sus habilidades sociales para interacciones en el mundo real. La tecnología también podría utilizarse para prevenir trastornos depresivos mayores y ayudar a estabilizar a los pacientes que atraviesan crisis de salud mental.
La soledad no es sólo un estado social, también puede tener un impacto físico y mental. Algunos científicos estiman que para las personas mayores aisladas, el daño que causa equivale a fumar 15 cigarrillos al día. La soledad a menudo puede conducir a una depresión más profunda y, a medida que cae la autoestima, puede disuadir a las personas de intentar la interacción social, disminuyendo aún más sus posibilidades de recuperación. La IA podría detener o incluso revertir esta espiral descendente.
Los chatbots básicos actuales tienen una capacidad limitada para abordar la soledad. Si bien una minoría de personas usa chatbots, la falta de salvaguardias y regulaciones significa que los chatbots pueden volverse adictivos. Además, la incapacidad de los chatbots para responder de manera sofisticada y personalizada limita su aplicación más amplia. Los chatbots también tienen dificultades para comprender más que las solicitudes básicas y, a menudo, brindan respuestas extrañas o irrelevantes. Cualquiera que haya trabajado con IA de servicio al cliente apreciará esta frustración.
A pesar de esto, la tecnología está mejorando y pronto será más “humana” que nunca, por lo que es vital que cuando esto suceda, existan salvaguardas adecuadas para ayudar genuinamente a las personas aisladas.
Se debe incorporar protección para garantizar que los chatbots no exacerben comportamientos y actitudes poco saludables. Los usuarios pueden desarrollar vínculos estrechos con los ayudantes de la IA, lo que hace crucial que la privacidad del usuario esté protegida y segura.
El temor de que los usuarios elijan la gratificación instantánea de la interacción con la IA en lugar de un vínculo humano es válido. Para prevenir la adicción, los compañeros de IA no deben limitarse a proporcionar afirmaciones positivas a pedido. Las relaciones humanas requieren la construcción de confianza para crear familiaridad. Será difícil lograr programas que copien esto, pero proporcionarán una herramienta saludable para mejorar el bienestar.
Las aplicaciones no se limitan sólo a los solitarios. Los chatbots pueden tener potencial para ayudar a los niños con autismo a desarrollar habilidades sociales. Los programas con ejercicios que simulan el contacto visual y los ruidos ambientales pueden ayudar a las personas neurodivergentes a desarrollar su competencia social.
Los buenos amigos son esenciales para mantener la salud, en las buenas y en las malas. Previenen los sentimientos de aislamiento y soledad y ayudan a evitar conductas adictivas. Los seres humanos son criaturas sociables y necesitan de otros en sus vidas para funcionar de forma natural. Sin compañía, la salud física y mental se resiente. Usar la IA para ayudar a volver a la sociabilidad y aliviar el dolor del aislamiento es un concepto novedoso que es prometedor. Sin embargo, reemplazar completamente una relación humana con IA sigue siendo riesgoso y debe abordarse con precaución.