La dificultad para respirar es la sensación incómoda de no tener suficiente aire para respirar. Esta condición puede ocurrir al caminar, subir escaleras, correr o incluso al estar sentado. Dificultad para respirar puede aparecer repentina o lentamente durante semanas o meses.
- Si su respiración se ha vuelto dificultosa y difícil sin ninguna razón obvia, puede ser señal de un problema médico más grave.
- Si la dificultad para respirar se acompaña de dolor o presión en el pecho, desmayos o náuseas, debe tratarlo como una emergencia médica.
- En la mayoría de los casos, la dificultad para respirar se puede controlar con medicamentos, técnicas de respiración y ejercicio adecuados.
¿Qué causa la dificultad para respirar?
Normalmente, cosas como el ejercicio extenuante, los cambios extremos de temperatura, la mala calidad del aire, la gran altitud y la obesidad dificultan la respiración, incluso para una persona sana. Pero si su respiración ha cambiado repentinamente sin razón obvia, o empeora lentamente con el tiempo, puede ser un signo de un problema más grave. El envejecimiento no provoca por sí solo dificultad para respirar.
Cuando se produce una dificultad para respirar repentina, varias cosas pueden ser la causa, por lo que debe consultar a un médico de inmediato. Por ejemplo, una obstrucción de las vías respiratorias superiores, como un trozo de comida atascado en la garganta, podría bloquear la respiración. Algunas otras causas posibles incluyen:
- Intoxicación por monóxido de carbono
- Infarto de miocardio
- Presión arterial baja
- Brote de asma
- Neumonía
- Embolia pulmonar (coágulo de sangre en los pulmones)
- Angustia emocional o ataque de pánico.
Si los síntomas de dificultad para respirar duran cuatro semanas o más, pueden considerarse crónicos. Muchas afecciones pueden causar dificultad para respirar crónica, entre ellas:
- Enfermedades pulmonares crónicas, incluida la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, fibrosis pulmonar e hipertensión pulmonar.
- Enfermedad cardíaca o insuficiencia cardíaca congestiva.
- Obesidad
- Disminución de la función física del cuerpo como resultado de la inactividad física y/o el reposo en cama o un estilo de vida extremadamente sedentario.
Si le preocupa su dificultad para respirar, debe consultar a un médico de inmediato porque puede ser signo de una afección más grave.
Cómo se diagnostica la dificultad para respirar
Su médico comenzará por realizar un historial médico detallado y preguntarle sobre la naturaleza de la dificultad para respirar; cuándo empeora, cuándo mejora y si tiene síntomas adicionales. El dolor en el pecho, los mareos, la tos, las sibilancias, los labios que se ponen azules, la dificultad para respirar cuando duerme o está acostado y la hinchazón en los pies y los tobillos pueden indicar un problema mayor. También se debe tener en cuenta la dificultad respiratoria que aparece repentinamente, es persistente o interfiere con sus actividades diarias.
Después de realizar un examen físico y escuchar su corazón y sus pulmones, el médico puede ordenar pruebas adicionales. Comúnmente estas pruebas incluyen análisis de sangre, pruebas de imagen como una radiografía de tórax o una tomografía computarizada, pruebas de función pulmonar o un ecocardiograma.
¿Cuándo necesitas ir a ver a un médico?
Debe visitar a un médico si experimenta dificultad para respirar que no se espera de una actividad y del estado actual de su salud. Si su dificultad para respirar no disminuye con el tratamiento o va acompañada de otros síntomas, como dolor en el pecho, debe acudir al hospital de inmediato.
Tratar la dificultad para respirar
El tratamiento de la dificultad para respirar depende de la causa subyacente y la duración de los síntomas. Una vez que se determina la causa, usted y su médico pueden trabajar juntos para crear un plan de tratamiento.
Si la causa es la obesidad o la mala salud, deberá realizar cambios en su estilo de vida para controlar la dificultad para respirar. Mantener una dieta saludable y hacer ejercicio con regularidad puede mejorar los síntomas. Fumar tabaco puede empeorar los síntomas o causar complicaciones de cualquier enfermedad pulmonar subyacente, por lo que es necesario dejar de fumar y evitar el humo de segunda mano. De manera similar, evitar la exposición a contaminantes o cualquier desencadenante de alergia conocido puede reducir los síntomas.
Si otra enfermedad pulmonar está causando su dificultad para respirar, es posible que deba consultar a un neumólogo. Además de recetarle medicamentos para tratar su enfermedad, pueden sugerirle rehabilitación pulmonar, que puede mejorar en gran medida la calidad de vida al ayudar a las personas con enfermedades crónicas a mejorar su estado físico de manera segura y aprender a controlar sus síntomas.