La amabilidad es uno de los cinco elementos básicos, o rasgos, de la personalidad según la teoría de la personalidad de los “Cinco Grandes”. “Agradable” es un término técnico utilizado por los psicólogos de la personalidad en este contexto, y se utiliza para describir el nivel de simpatía, amabilidad, cooperación y cortesía que muestra una persona de forma fiable. Es uno de los cinco rasgos que componen el inventario de personalidad de los Cinco Grandes, y aunque el inventario no está exento de críticas, a menudo se considera el estándar de oro de la medida de la personalidad. Los otros cuatro rasgos incluyen:
- Extraversión: las personas extrovertidas tienen mucha energía, son sociables y se comunican bien.
- Conciencia: los rasgos de conciencia incluyen un fuerte control de los impulsos, enfoque en las metas, confiabilidad y puntualidad.
- Neuroticismo: los individuos neuróticos son emocionales, ansiosos, de mal humor e irritables.
- Apertura: la imaginación, la perspicacia y los intereses múltiples son parte de este rasgo de personalidad.
La amabilidad tiende a aumentar gradualmente hasta la edad adulta. Es natural que los niños y los adolescentes atraviesen períodos de baja amabilidad, como durante la pubertad. Sin embargo, incluso entonces, algunos preadolescentes serán más agradables que otros cuando se enfrenten a los desafíos de su entorno.
¿Qué aspecto tiene la amabilidad?
La amabilidad incluye atributos como la confianza, el altruismo, la bondad, el afecto y otros comportamientos prosociales.Las personas que tienen un alto nivel de amabilidad tienden a ser más cooperativas, mientras que las que tienen un nivel bajo en este rasgo tienden a ser más competitivas y, a veces, incluso manipuladoras.
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Tener mucho interés en otras personas.
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Preocuparse por los demás
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Siente empatía y preocupación por otras personas.
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Disfruta ayudando y contribuyendo a la felicidad de otras personas.
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Ayudar a otras personas que necesitan ayuda.
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Tiende a tener un amplio círculo de amigos
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Muestra poco interés en los demás y en los problemas de otras personas.
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No me importa mucho cómo se sienten los demás
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Insultar y menospreciar a los demás
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Puede manipular a otros para obtener lo que quieren.
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Puede tener problemas para mantener la calma en una situación agravante
Una persona que tiene una fuerte inclinación a ser agradable está muy orientada a las personas. Tendrá excelentes habilidades sociales, disfrutará de las interacciones grupales, mostrará afecto con facilidad y le resultará fácil colaborar con los demás. Aquellas personas que obtienen un puntaje bajo para este rasgo generalmente tienen dificultades para interactuar bien con los demás, evitan socializar en grupos, tienden a desconfiar de los demás y tienen pocas habilidades sociales. La mayoría de la gente se encuentra en algún lugar entre los dos extremos.
¿Es bueno ser agradable?
Por supuesto, siempre es una ventaja tener la capacidad de colaborar, socializar y construir relaciones positivas con los demás. Y es probable que a las personas “agradables” les vaya bien en campos en los que estas habilidades son importantes.
La amabilidad, sin embargo, puede tener sus inconvenientes. A las personas agradables, por ejemplo, les puede resultar muy difícil trabajar solas, analizar la validez de los argumentos, tomar decisiones difíciles o dar malas noticias. Como resultado, un bajo nivel de amabilidad puede facilitar el éxito en algunos campos.
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¿Pueden las personas volverse más o menos agradables?
El grado en que una persona presenta rasgos particulares depende de la personalidad innata, pero también depende en gran medida de las circunstancias. Incluso la persona más agradable puede volverse menos agradable cuando se enfrenta a la competencia directa por recursos críticos u oportunidades importantes. Por otro lado, la investigación sugiere que es posible aumentar la amabilidad a través de:
- Exposición a modelos positivos que demuestran cualidades muy agradables.
- Estar en situaciones en las que la amabilidad es importante (como en un trabajo que implica colaboración)
- Fácil acceso a oportunidades para comportarse de manera altruista.
Puede que no sea sorprendente que los niños muy pequeños sean, en general, más egocéntricos y menos agradables que los adultos. Puede ser que la experiencia de los adultos con los altibajos de la vida los haga más empáticos con el dolor de los demás.También puede ser que la educación ética o religiosa tenga un impacto significativo en la amabilidad. Una tercera explicación puede ser que aprendemos, con el tiempo, que es más probable que la mayoría de las personas accedan a nuestras solicitudes si primero construimos una relación de confianza.