Un ataque cardíaco, también conocido como infarto de miocardio, ocurre cuando se bloquea el flujo de sangre a una parte del corazón, lo que causa daño al músculo cardíaco. Esta condición generalmente se diagnostica mediante una combinación de síntomas, resultados de electrocardiograma (EKG) y análisis de sangre para medir las enzimas cardíacas.

Por lo general, cuando un paciente experimenta dolor en el pecho, la primera prueba de diagnóstico que se realiza es un electrocardiograma. Un electrocardiograma es una prueba no invasiva que mide la actividad eléctrica del corazón. Puede detectar ritmos cardíacos anormales, signos de un ataque cardíaco anterior o cambios en la estructura o función del corazón que pueden indicar un ataque cardíaco actual.
Si un electrocardiograma es anormal y sugiere un ataque cardíaco, se realizan análisis de sangre para medir los niveles de enzimas cardíacas. Las enzimas cardíacas son proteínas liberadas por el músculo cardíaco cuando está dañado. Las enzimas cardíacas más comunes que se miden son la troponina y la creatina quinasa.
Si el electrocardiograma y los análisis de sangre son positivos para un ataque cardíaco, el paciente generalmente recibe tratamiento con medicamentos y, en algunos casos, puede requerir una intervención como una angioplastia o una cirugía de derivación. Sin embargo, hay algunos casos en los que el electrocardiograma y los análisis de sangre son normales, pero el paciente aún experimenta síntomas de un ataque al corazón.
Una posible explicación para este escenario es que el paciente está experimentando una forma variante de angina llamada angina de Prinzmetal. Este tipo de angina es causado por un espasmo de las arterias coronarias, que puede causar dolor en el pecho y otros síntomas similares a los de un ataque al corazón. El espasmo puede ser transitorio, lo que significa que cuando el paciente llega al hospital, el electrocardiograma y los análisis de sangre son normales.
Otra posible explicación es que el electrocardiograma y los análisis de sangre no son lo suficientemente sensibles para detectar un ataque al corazón. En algunos casos, el daño al músculo cardíaco puede ser pequeño o localizado, y es posible que el electrocardiograma y los análisis de sangre no puedan detectarlo. Esto puede ocurrir en pacientes con diabetes o enfermedad renal crónica, ya que estas condiciones pueden afectar la precisión de las pruebas.
Finalmente, también es posible que el paciente esté experimentando síntomas de un infarto, pero la causa no está relacionada con el corazón. Por ejemplo, la embolia pulmonar (un coágulo de sangre en los pulmones) puede causar dolor en el pecho y dificultad para respirar que puede confundirse con un ataque al corazón. Otras condiciones, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico o la ansiedad, también pueden causar dolor en el pecho que es similar a un ataque al corazón.
En conclusión, si bien un electrocardiograma y los análisis de sangre son herramientas de diagnóstico importantes para un ataque cardíaco, existen situaciones en las que es posible que no puedan detectar la afección incluso cuando el paciente experimenta síntomas. Por lo tanto, debe buscar atención médica si experimenta signos o síntomas de un ataque cardíaco, como dolor en el pecho, dificultad para respirar o náuseas, incluso si las pruebas de diagnóstico resultan normales. Su profesional de la salud puede ayudar a determinar la causa de sus síntomas y brindarle el tratamiento adecuado.