Comer la placenta se conoce como placentofagia. Lo practican la mayoría de los mamíferos del mundo animal, incluidos muchos primates. Esto excluye a la mayoría de los humanos, aunque algunos lo hacen. Se sabe que las mujeres cocinan la placenta, la deshidratan y la convierten en polvos comestibles, la mezclan en batidos e incluso la comen cruda.
Hay quienes dicen que comer placenta humana puede ayudar con los problemas de salud, tanto relacionados con el embarazo como de otro tipo. La placenta tiene un alto contenido de progesterona y una pequeña cantidad de oxitocina (la hormona para “sentirse bien”). Algunas parteras y médicos usan la placenta con fines medicinales después de que una mujer da a luz para ayudar con problemas desde la depresión posparto hasta la hemorragia posparto; la placenta supuestamente ayuda a detener el sangrado después del nacimiento y hace que el útero se limpie por sí solo.
Algunos también creen que usar la placenta en cualquier forma después del nacimiento puede ayudar a aliviar el dolor. Ciertas formas de medicina china también implican el uso de partes de la placenta humana.
¿Es seguro comer su propia placenta?
Se desaconseja comer su propia placenta (en cualquier forma), ya que hay evidencia limitada que respalde de manera concluyente su seguridad. Esta no es un área que haya sido investigada de manera significativa por la comunidad médica.
Además, su placenta puede filtrar y atrapar sustancias nocivas lejos de su bebé durante el embarazo, lo que significa que puede estar expuesta a grandes concentraciones de ellas si ingiere su placenta. La placenta también está sujeta a deterioro, lo que puede presentar su propio conjunto de riesgos.
Es importante recordar que, si está amamantando, lo que ingresa a su cuerpo tiene el potencial de afectar más que solo su salud. Los pequeños son mucho más susceptibles, por ejemplo, a las bacterias que pueden introducir al comer placenta.
Aunque la decisión de consumir su propia placenta debe tomarse con precaución, nunca coma la placenta de otra persona, ya que pueden estar presentes enfermedades que pueden transmitirse por la sangre (hepatitis, VIH, etc.).
¿Qué pasa con la encapsulación de placenta?
Si bien algunas mujeres comen placenta cocida o cruda, la encapsulación de placenta (deshidratación de la placenta para convertirla en píldoras) es más común en estos días.
Según la Asociación Estadounidense del Embarazo (APA), el apoyo a esta práctica proviene principalmente de anécdotas, no de investigaciones, que son muy débiles. Además, la APA dice que algunas mujeres que han consumido su placenta en forma de píldora han informado síntomas como mareos y nerviosismo.
La madre o la familia pueden realizar la encapsulación de la placenta, pero las personas suelen recurrir a servicios que lo hacen por ellos. Si bien hay varios programas de capacitación disponibles sobre cómo encapsular una placenta, esta no es una práctica o industria regulada. Es importante considerar los riesgos asociados con que su placenta sea “procesada” por un servicio que hace lo mismo con otras mujeres, incluida la contaminación cruzada.
El caso de un bebé que se infecta con estreptococo del grupo B, probablemente debido al consumo de placenta encapsulada por parte de su madre, según los Centros para el Control de Enfermedades (CDC), recibió atención nacional en 2017.
Aunque es difícil sacar conclusiones de un incidente en particular, este caso aumentó la conciencia de los riesgos potenciales de esta práctica y generó una discusión más amplia sobre el consumo de placenta en cualquier forma. El proceso de encapsulación de la placenta no erradica todos los organismos patógenos potenciales de la placenta.
Opciones más seguras sobre qué hacer con su placenta
Algunas familias optan por conmemorar un nacimiento y “honrar” la propia placenta enterrándola debajo de un árbol o creando proyectos de arte, como una impresión de placenta. Estas son opciones más seguras para usted y su bebé, aunque las leyes estatales y locales pueden restringir lo que puede hacer cuando se trata de actividades al aire libre.
Independientemente, si se lleva la placenta a casa y luego necesita desecharla, no la tire simplemente. Consulte con un hospital o una empresa de desechos médicos para garantizar una eliminación segura.